"Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra"

miércoles, 14 de mayo de 2014

Sirena




Tengo la convicción de que no existes

y sin embargo te oigo cada noche 

te invento a veces con mi vanidad 

o mi desolación o mi modorra 

del infinito mar viene su asombro 

lo escucho como un salmo y pese a todo 

tan convencido estoy de que no existes 

que te aguardo en mi sueño para luego.



Mario Benedetti



Ilustración: Andy Simmons

lunes, 24 de febrero de 2014

Además te quiero...







Te amo por ceja, por cabello, te debato en corredores

blanquísimos donde se juegan las fuentes

de la luz,

te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza

de cicatriz,

voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago y

cintas que dormían en la lluvia.

No quiero que tengas una forma, que seas

precisamente lo que viene detrás de tu mano,

porque el agua, considera el agua, y los leones

cuando se disuelven en el azúcar de la fábula,

y los gestos, esa arquitectura de la nada,

encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.

Todo mañana es la pizarra donde te invento y te

dibujo,

pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese

pelo lacio, esa sonrisa.

Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino

es también la luna y el espejo,

busco esa línea que hace temblar a un hombre en

una galería de museo.

Además te quiero, y hace tiempo y frío. 




JULIO CORTÁZAR



Pintura, Leonid Afremov

viernes, 31 de enero de 2014

Medio pan y un libro

"Medio pan y un libro", así se tituló el discurso que dio Federico García Lorca en la inauguración de la Biblioteca de Fuente Vaqueros (Granada), su pueblo, en septiembre de 1931.



"Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre', piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.

No sólo de pan vive el hombre.
Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?

¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor', y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!'. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.


Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura'. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz."

Federico García Lorca 


   La cultura derribando los muros



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